Bután, Marsela y Sabtu, tres orangutanes en peligro de extinción, viajaron a pie, por carretera y por el río para regresar, finalmente, al corazón de la Selva de Borneo.
Fue a finales de Junio. Había pasado mucho tiempo desde que salieron de casa.
Cada uno de estos tres orangutanes le pone cara a una situación que está fuera de control.
La selva de Indonesia está disminuyendo rápidamente debido a la explotación forestal, la industria del aceite de palma y el cambio climático.
Los pigmeos Pongo, que viven en esa misma selva, han pasado a convertirse recientemente en etnia en peligro crítico de extinción, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Esto significa que nuestro mundo se enfrenta a un futuro en el que los orangutanes y los pigmeos podrían desaparecer para siempre.
Pero Butan y Marsela, que son las que han estado fuera de la selva más tiempo, sólo conocen una vida llena de confusión.
Estos orangutanes hembras eran crías cuando fueron encontrados en terrenos desforestados, arrasados. La industria del aceite de palma expandió sus plantaciones y destruyó su hábitat, separándoles de sus madres para siempre.
"En su hábitat natural, los orangutanes bebé viven con sus madres desde su nacimiento hasta los 7 u 8 años de edad," cuenta Gail Campbell-Smith, Director del Programa Internacional para el Rescate de Animales (IAR) Indonesia. "Así que cuando un bebé orangután se encuentra solo, significa que su madre seguramente ha muerto."
Butan y Marsela han pasado años en el centro de rehabilitación del IAR en West Kalimantan, Borneo, creciendo y aprendiendo a desenvolverse por sí mismas en la naturaleza.
En marzo, Sabtu, un orangután macho de 25 años se unió a ellas.
La historia de Sabtu representa otra víctima más de la devastación de su medio ambiente para atender las necesidades de la industria maderera y del aceite de palma. Su vivienda fue destruida en un inmenso y descontrolado incendio forestal que diezmó gran parte de la selva de Borneo el año pasado.
Cuando Sabtu fue encontrado, se desplazaba desorientado, buscando alguna banana que comer.
Por fin, en junio de este año, estos tres orangutanes se encontraron suficientemente sanos y fuertes para ser libres de nuevo.
Viajaron durante 4 días.
Se transportaron en barcas a través de la selva para que vuelvan a estar a salvo de nuevo. Por el momento.
Llegados al final del trayecto, sus jaulas se abrieron.
Subieron inmediatamente a los árboles.
Sabtu trepó el primero.
Bután y Marsela lo hicieron juntas.
Disfrutaron, por fin, de su primera comida en casa.
Vía: The Dodo